segunda-feira, 22 de agosto de 2011

Qué noche para poner el cronómetro

Qué noche para poner el cronómetro

La Sociedad Internacional de Medicina Sexual estableció que la disfunción se diagnostica “cuando la eyaculación ocurre antes o dentro de un minuto de la penetración vaginal”. Diversos expertos polemizan con la entidad.
Por Pedro Lipcovich


“Sí, sí –gemía la mujer, abrazada al hombre–, ya está por llegar... ya llega... ¡Llegó!” Efectivamente, el cronómetro había llegado a marcar un minuto más un segundo: habían derrotado a la eyaculación precoz. Es que la Sociedad Internacional de Medicina Sexual estableció una definición “basada en la evidencia” por la cual la precocidad se diagnostica “cuando la eyaculación ocurre antes o dentro de un minuto de la penetración vaginal”. Esto dio lugar a una polémica que empezó en la tarde de ayer y finalizó enseguida: desde la sexología, objetan que la precocidad no se mide por segundos sino “por la capacidad para decidir el momento eyaculatorio”; desde el psicoanálisis advierten que “definir por cronómetro es simplista” y ejemplifican con “el sujeto que, por su fantasma de castración, acaba rápido para no poner en riesgo el pene”. Lo del cronómetro no es broma: realmente se usa –la chica debe apretar el botoncito– en ensayos clínicos para una droga que amenaza ser el Viagra de esta disfunción. Por lo demás, especialistas señalan que la eyaculación precoz puede prevenirse desde la adolescencia mediante una masturbación sabia, que ayude al sujeto a conocer sus propias reacciones.

La definición de la International Society for Sexual Medicine (ISSM) fue elaborada por “un panel de líderes en eyaculación prematura”, según el documento de la entidad. La caracteriza como “una disfunción sexual masculina en la que la eyaculación ocurre siempre o casi siempre antes de o en el curso de un minuto de la penetración vaginal”, a lo que suman “la incapacidad para demorar la eyaculación en todas o casi todas las penetraciones” con “consecuencias como estrés negativo y frustración y/o evitación de la intimidad sexual”.

“¿Y si un tipo acaba en 59 segundos porque así les gusta a él y a su mujer?”, preguntó el sexólogo León Gindin –profesor en la UAI, autor de Eyaculación precoz, problemas y soluciones–: “Lo que define la eyaculación precoz es la incapacidad o no para decidir voluntariamente el momento eyaculatorio”.

Gindin estimó que la precisión de la ISSM “puede vincularse con las pruebas clínicas que un laboratorio farmacéutico hace para drogas como la ‘dapoxetina’, próxima a lanzarse en Europa, que, tomada una hora antes de la relación sexual, podría demorar la eyaculación; para estas pruebas inventaron el Ivelt (Intra-Vaginal Eyaculatory Latency Time), que es medido por la mujer, con un cronómetro, desde la introducción del pene hasta la eyaculación”.

La sexóloga Virginia Martínez Verdier –directora de Sexuar– observó que “hasta los años ’50, la eyaculación precoz no existía como entidad clínica; esto era correlativo al hecho de que no se suponía que la mujer sintiera placer durante la relación; que el varón acabara rápido era más bien un alivio para ella. El tema se visualizó desde los ’60, cuando empezó a intentarse la compatibilidad entre las sexualidades de la mujer y del varón”.

Para Martínez Verdier, “la eyaculación precoz se produce, no importa si al minuto o a los cinco minutos, porque el varón no es capaz de frenar su estimulación antes de que llegue el momento de inevitabilidad eyaculatoria. Esto suele aprenderlo espontáneamente en la adolescencia: el chico se da cuenta cuándo llega ese momento y, para su propio placer, practica en postergarlo”.

“También para las chicas la masturbación adolescente es un aprendizaje, en este caso para lograr el orgasmo. Cierto que, para que esto pueda suceder, el chico o la chica deberían desarrollarse en ambientes respetuosos de su intimidad, de modo que puedan explorarse sin apuro ni temor.”

Para los que hayan desperdiciado su adolescencia en el estudio o el deporte, Gindin dio algunas recomendaciones que todo eyaculador precoz debe seguir sin demora: “Frecuencia coital de tres veces por semana; juegos sexuales largos, de 45 minutos o más; coito lento con ella arriba, deteniéndose cuando se aproxima la eyaculación y retomando cuando pasó la urgencia eyaculatoria”.

Pero esto no siempre alcanza. El psicoanalista Sergio Rodríguez –consultor en Psyché Anudamientos– ejemplificó con el caso de “el que padece un fantasma de castración y acaba rápido para no poner en peligro su pene. Esto es bien distinto de los muy jóvenes, que acaban rápido porque los juegos sexuales previos les producen un goce de tal tensión, y de tal envergadura, que no dura”; en todo caso, “definir la eyaculación precoz por el cronómetro es muy simplista”.

En cambio, el urólogo Adolfo Casabé –médico en el sector Disfunciones Sexuales del Hospital Durand– prefirió “desterrar la noción de que la eyaculación precoz es emocional: el hecho es que los antidepresivos, que elevan el nivel de serotonina en el sistema nervioso central, retardan el tiempo eyaculatorio”. Casabé es partidario de “tratamientos de 12 a 18 meses con estos fármacos”. En cuanto al minuto eyaculatorio, Casabé recordó que “en el anterior congreso mundial de la especialidad, habíamos establecido un consenso de dos minutos”, pero admitió que haya bajado a un minuto “por nuevo consenso”.

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