domingo, 20 de março de 2011

Mujeres que abusan de menores; un delito sin denuciar

Mujeres que abusan de menores; un delito sin denuciar
Arturo tardó 40 años en revelar que, cuando tenía 13, su maestra de piano aprovechó la ausencia de sus padres y lo obligó a tener sexo.
Jue, 17/03/2011 - 08:27
En México son pocos los casos de mujeres maduras que abusan de hombres, casi siempre menores de edad, ya sea por la seducción o por la fuerza; sin embargo, este delito es poco denunciado por la idea errónea de que quien rechaza a una mujer es un “maricón”, explicó la psicoterapeuta Teresa Hurtado, miembro de la Asociación Mexicana para la Salud Sexual.

“Vivimos en una sociedad donde no es mal visto que una mujer seduzca a los hombres... En los pueblos aún se acostumbra iniciar a los varones con prostitutas. La experiencia casi siempre es desagradable y repercute en su sexualidad posterior”, comentó Hurtado.

Tal fue el caso de Arturo, quien tardó 40 años en revelar el secreto que tanto atormentó su infancia.

Caso documentado

Sucedió una noche, mientras se encontraba en una reunión entre amigos, una pregunta sin malicia arrancó, de repente, aquel oscuro pasado ligado a la primera relación sexual. Para Arturo contestar aquella pregunta resultaba difícil, ya que su primer contacto fue con su maestra de piano, una mujer que superaba los 50 años, “bastante arrugada y fea”, describió el afectado en entrevista para MILENIO.

Sus padres la contrataron para fortalecer la educación de su hijo, por lo que aquella “venerable mujer” iba a su casa dos o hasta tres veces a la semana. Casi de inmediato le causó desconfianza a Arturo, sobre todo cuando actuaba entre muy amable y demasiado exigente al emprender una nueva lección.

Si hacía mal su ejercicio la mujer se le pegaba tanto “que podía sentir su aliento rancio”. Si lograba articular bien algunas notas, de todos modos aquella mujer estaba encima de él. Tocaba sus manos, acariciaba sus cabellos e incluso le restregaba el pecho en la espalda.

Él tenía 13 años y no comprendía tanta “muestra de cariño”, como su madre interpretaba aquellos “inocentes toqueteos” de la maestra. Una tarde todo se salió de control, la mujer aprovechó la ausencia de los padres para acariciar de manera audaz al adolescente: besó su cuello y acarició su espalda, además empezó a sobar su pene con su mano. Arturo no sabía qué hacer, estaba atrapado en una emoción que le provocaba asco y placer al mismo tiempo. “Y pasó lo que tenía que pasar”, refirió.

Las clases de piano continuaron, como también los encuentros sexuales con la maestra, quien se las ingeniaba para acallar cualquier intento de rebeldía de su alumno. “¿Quién te va a creer?”, le decía.

Un día el joven dijo basta y la mujer sencillamente se esfumó. No obstante, las huellas de aquel encuentro lo siguieron por varias décadas. Se sintió sucio, culpable, sólo y traicionado por sus padres. “Esa experiencia sumergió mi infancia en el pantano de los miedos”, aseguró.

Abuso con consentimiento

Por lo regular, cuando un hombre es seducido por una mujer puede tener dos actitudes: para algunos adolescentes puede ser un hecho traumático, pero para otros resulta una experiencia gratificante.

Pero aunque haya consentimiento, las adultas que convencen a un menor para tener relaciones sexuales están cometiendo un delito, además de que “este tipo de sexo es coercitivo, no es libre”, aseguró Hurtado.

Así sucedió con Sebastián, quien a los 14 años se sentía todo un hombre. Su mundo escapaba a la rutina de cualquier muchacho de su edad.

La razón de su euforia era Amelia, una mujer 42 años que decidió iniciarlo en los secretos del placer sexual en la misma oficina donde el trabajaba como office boy.

Por meses, la guapa mujer se había dedicado a enviarle mensajes seductores al adolescente, desde miraditas y toqueteos audaces, hasta besos fugaces. Sebastián estaba confundido con sus emociones, no sabía qué hacer. Todo cambió cuando sus compañeros de oficina lo animaron a responder cada insinuación.

En ambas situaciones, explica la psicoterapeuta, hay abuso sexual. La diferencia reside en la manera en que el adolescente vive esa conducta: como una experiencia gratificante o bien como un hecho traumático.

A pesar de que el daño emocional puede ser igual de traumatizante que el que sufre una mujer, los varones son poco proclives a denunciar y a acudir a terapias, de acuerdo con la especialista.

Hay otros factores que influyen en la no denuncia, entre estos, el no haber rechazado el contacto sexual porque en ese momento las hormonas estaban a su máxima potencia, temor de ser castigados con las calificaciones, posible pérdida del empleo o la idea errónea sobre la imagen de autoridad.

Para Hurtado, de la la Asociación para el Desarrollo Integral de Personas Violadas AC, en México es más condenable el abuso cometido por un hombre contra menores de edad, que el cometido por una mujer.

Para la sexóloga Ana María Ocaña una relación amorosa sana se establece entre pares y con objetivos comunes, sin que haya entre ellos una diferencia de edad predominante. En términos psiquiátricos hay abuso sexual cuando el menor tiene una pareja cinco años mayor.

“Estamos ante una parafilia (perversiones o conductas sexuales que no son comprendidas por la mayoría de las personas) cuando se establece una relación entre un adulto y un menor. Esta situación, prácticamente nos coloca de manera muy cercana a la pedofilia”.

Según Ocaña es imposible que las mujeres maduras desarrollen un verdadero amor hacia los menores porque se quebranta una de regla de oro: buscar en el otro tu propio complemento. “Cuando la diferencia es abismal, supera los 15 o 30 años, es imposible que haya igualdad en la toma de decisiones”, explicó.

Por lo regular, las mujeres que buscan a hombres menores de edad tienen un problema para relacionarse con gente de su edad, por lo mismo encuentran en el alumno, en el vecino, en el trabajador, la manera de ejercer poder y control.

Blanca Valadez
http://www.milenio.com/node/672214

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